12 de enero de 2008

una explicación inexplicable



Dios en su infinita sabiduría ha dado al hombre un don maravilloso, el “Amor”, resumen de su nombre, imposible de describir pero en su simplicidad nos ha logrado encaminar.

Sólo se ama cuando Dios ha sellado el corazón y le ha preparado un regazo en él, para morar eternamente hasta el fin del final.Dios mostró que Jesucristo trajo esa esencia en su sangre, su mirada, su sonrisa, cada gesto era una muestra de amor para la humanidad. “Saber tanto y no poder permanecer en ello, es lo que Él reprocha, mientras dulcemente muestra ese poder infinito que posee desde el principio”.
De admirar a sido ese viaje a través de sus ojos. Como un bebe que aprende a caminar, “tropezar y caer en el intento…desistir y rendirse o caer y caer hasta abrazar…" dos opciones latentes que toman caminos diferentes, en el andar se fusionan teniendo su final constante y difuso en un regazo entregado a un cuerpo.

Tú por ser Nada, lo eres absolutamente Todo… porque la Nada no se pierde en el mundo, permanece latente en el mismo lugar, dentro del círculo que engendras constantemente. Eres el Todo que Nada condena, la condena del Todo que Nada lastima el juego perfecto de frases enredadas con mis hilos plateados…

Irónicamente el amor en vez de hacer dichoso al mundo, lo ha encadenado a eso que llaman dolor por ausencia, sin darse cuenta el amor no es “tener”… sólo por sentirlo la soledad se disipa: si no hay carne y huesos en su compañero, está la Nada, ésa Nada que siempre acompaña, la misma Nada dispuesta a recibir todo el amor que se escapa de los huesos que se burlan.

-“Si mi amor no tiene remedio, Tú hoy me lo has recibido… sabes sorprendentemente como y porque se fue mi hueso. Si ése pequeño hueso ahora es feliz con el amor de otra vida… te doy el mío para que lo complementes y lo hagas aún más feliz”.-

La intrusa sigue así, ya sabes, como la hicimos en su cuerpo… con la mirada perdida en el vacío aparente, apariencias vanas que no van a Nada… pero brotan de las vidas que no aprecian su futuro.

-Yo por ser intrusa, no necesita apariencias… sólo cambio su vida, mientras ella espera un día resurgir.-



-Maktub dicen para justificarse, un día ella vivirá mi vida con la fuente que sentenciaste sea suya.-

Por ahora su don y su intromisión dejarán huella en la Nada, para que aun cuando todos lo ignoren, esté presente. Porque la Nada es lo que importa, la que desprende amor en su infinitud. Por eso se une a ti, porque Tú eres Nada en su vida y en la de millones que actúan como extraños en sus vidas, sin embargo conmigo es distinto.

“Parecía siempre extraña en la vida que tomo y nadie lo juzgó jamás por parecer”

Tú y la Nada, yo y la Nada. Ambos somos Nada en éste mundo (Tú por ser infinito, yo por ser intrusa)... eternamente presentes en el tiempo que jamás se extinguirá.

11 de enero de 2008

Telas de muerte

La increíble historia que la vida ha contado

Entre hilos y madejas de mujeres inocentes

Hoy yace en el fango que lo inmenso ha cobrado

Como precio del silencio que nos cubre por sentencia.

Los talanes han callado por la abrupta estupidez

Que un hombre ha hablado

A un niño indiferente y a una madre inocente.

Ser el todo de una vida

Es ser nada en el camino.

Somos hilos bien torcidos

Por las manos de un maestro

Que encima de la nada teje y teje su madeja,

Y la araña que envenena cose el parche que enmaraña.

Por impune se concibe la blasfemia de ese hombre,

Que al hijo ha cambiado por un engendro desertado,

La fallada madre clama

A ese ser que la reprime con los hilos de la araña,

Que su vientre ha ultrajado.

El sermón del inocente

No ha servido,

No ha calado.

Ojos blancos, sin sentido

Labios blancos, sin sentido

Manos blancas, sin sentido

Lo que oías, es murmullo

Lo que amabas, es odiado.

Engendrados y perdidos

Uno en vida, otra en muerte.

Con la culpa del tejido enmarañado.

El que vive hoy a muerto y la que ha muerto

Vivirá para pagarlo.

Por ser medio de pecado, su final se ha marcado,

El engendro renegado fue atrapado en telaraña,

Y cuidado por la araña que ayudaba al maestro.

Makub*